Al borde del caos

Bien sabemos por la programación semanal de boxeo que la Federación Argentina de Box está absolutamente incapacitada para controlar el boxeo en todo el ámbito de la Nación. Uno de los motivos es nuestra amplia geografía, imposible de cubrir en cualquier actividad por un ente centralizado en Capital Federal.Pero también hay otras aristas que nada tienen que ver con la extensión de nuestro país o los recónditos lugares donde se lleva a cabo la actividad. La comisión de equivalencias de esa entidad rara vez funciona como debería hacerlo.

Nos encontramos invariablemente con combates cuyos resultados se conocen en el momento mismo de concertarlos y por lo general son los que la absurda permisividad de otorgar a una misma persona licencia de promotor y de manager, hacen que abunden más allá de lo prudente. Tampoco es demasiado convincente la actuación del Tribunal de Disciplina, que actúa solamente por denuncias y no de oficio. Aunque las denuncias, como la presentada por Hernán Lo Iácono y ratificada en la revista Ring Side por Micaela Cicioli, a raíz de lo ocurrido en el Cenard con el Campeonato de Menoresl que no fue campeonato, con peleas que se denominaron “Campo de Entrenamiento Intensivo” –un incomprensible eufemismo- realizándose sin la obligatoria presencia de un médico y con la ausencia de una ambulancia, duerme un prolongado nocaut -que está llegando a los cien días- en un cajón.Pero si todo esto fuera poco, ahora ha aparecido en este país la Comisión Mundial de Boxeo, entidad fundada en Latacunga, Ecuador, el 1 de diciembre de 1995, cuya presidencia ejerce desde esa fecha el Sr. Daniel Mario Gómez, de singular poder económico y que según me han informado algunos colegas, con una anterior ligazón al Consejo Mundial de Boxeo (WBC).

Lo curioso es que esta entidad, de hecho foránea, habría sido autorizada por la Inspección General de Justicia para emitir licencias y fiscalizar programas de boxeo en este país. Al parecer la ley Tiburcio Padilla deja un resquicio –más bien un vacío legal- que permite que tres entidades rectoras de boxeo, al día de hoy, mañana puede ser diez, tengan funciones paralelas, entren en colisión, desquiciando aun más el control ya de por sí pobre con el que se está manejando la actividad.Lamentablemente, la aparición de esta Comisión Mundial -que en catorce años no ha tenido ningún campeón del mundo- no mejora en absoluto la situación. Si tomamos en cuenta la trayectoria pugilística de su país de origen, encontramos que en toda su historia ha contado con 135 boxeadores, el 90 % de los cuales no hizo más de 10 peleas.

Ninguno de trascendencia y jamás un portador de un título serio. Al parecer, viene a reemplazar en alguna medida al alicaído Consejo Argentino de Boxeo Profesional, que se surtió de todos los descartes de la FAB, para organizar sus veladas con impresentables contendientes disputando títulos nacionales. Pruebas al canto, este Consejo Mundial otorgó la licencia a César Dómine, de 39 años y 10 de inactividad, enfrentándolo con Ernesto Borjas, de 42 años e inactivo desde 1999 a 2009,con once peleas, todas perdidas. En este despropósito, Dómine lo noqueó en el primero. Se ha aducido que todos los exámenes médicos de ambos fueron satisfactorios. Con el debido respeto, supongo que Barak Obama o Mauricio Macri también deben tener una salud envidiable, pero no estaría tan seguro de que pudieran subir a un ring.

No me vengan con George Foreman, Archie Moore o Bernard Hopkins, porque esas son excepciones a la regla.Para completar este multipanorama dirigencial, Gustavo Morillas con su Federación Sureste del Boxeo Argentino, afiliado al CABP, realiza constantemente festivales de boxeo amateur. Para peor, no aparece nadie que trate de clarificar el panorama, o al menos intente que una única legislación regule la práctica del boxeo en todo el territorio del país y se termine con este festival interno de entidades que, al final, sirven para que cada uno haga lo que quiera, dónde quiera y cómo quiera. Sin excepciones. Estamos padeciendo una epidemia de dirigentes que no va a desaparecer solamente con lavarse las manos, aun varias veces al día y con alcohol en gel.

Marcos Vistalli
" El Eco de Tandil