Por Vicente Clemente.
Un documento de consulta obligada para múltiples análisis sobre temas que hacen a la más reciente actualidad del boxeo. ¿Cuándo se debe decir "basta" en un combate de boxeo donde la disparidad ha tomado lugar de manera acentuada?. ¿Qué claves permiten a los referees resolver sobre las dudas entre continuar dando pases u optar por una intervención preventiva?. ¿Qué síntomas inconfundibles deberían atender las autoridades del boxeo, en aquellos boxeadores que acumulan castigo, con el fin de minimizarles los riesgos físicos de consecuencias (que les son inasibles en el fragor de la lid), pero sin relegarles del natural derecho deportivo a continuar la contienda y la búsqueda de la victoria?, ¿Cómo queda a resguardado el deporte, el espectáculo, la salud y el reconocimiento a los derechos adquiridos mediante trayectorias que a veces son brillantes? ¿Cómo se hace para no baldonar el sentido más tradicional de este deporte donde la guapeza y el esfuerzo bravío y temerario son la pieza central de su pathos y su drama?
Un documento de consulta obligada para múltiples análisis sobre temas que hacen a la más reciente actualidad del boxeo. ¿Cuándo se debe decir "basta" en un combate de boxeo donde la disparidad ha tomado lugar de manera acentuada?. ¿Qué claves permiten a los referees resolver sobre las dudas entre continuar dando pases u optar por una intervención preventiva?. ¿Qué síntomas inconfundibles deberían atender las autoridades del boxeo, en aquellos boxeadores que acumulan castigo, con el fin de minimizarles los riesgos físicos de consecuencias (que les son inasibles en el fragor de la lid), pero sin relegarles del natural derecho deportivo a continuar la contienda y la búsqueda de la victoria?, ¿Cómo queda a resguardado el deporte, el espectáculo, la salud y el reconocimiento a los derechos adquiridos mediante trayectorias que a veces son brillantes? ¿Cómo se hace para no baldonar el sentido más tradicional de este deporte donde la guapeza y el esfuerzo bravío y temerario son la pieza central de su pathos y su drama?
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Las Columnas de Carlos Irusta
..Hacia frio. Había llovido y al pisar el campo de beisbol sentíamos que la humedad subía por los zapatos. Era diciembre, y en Monterrey, bien al norte de México, se notaba más todavía. Un día antes, cuando se hacía el pesaje en el Crowne Plaza, nos enteramos de que por problemas de derechos, era posible que no se transmitiese a la Argentina. Sin embargo, todo se solucionó. Y el encuentro entre Jorge Castro y John David Jackson fue televisado con los relatos de Pablo Llonto. Esa noche, junto a Horacio Pagani, Jorge Fernández Gentile y un joven periodista de La Nación, enfilamos para la cancha de beisbol sin saber lo que nos esperaba. Pelearon Julio César Chávez, Tito Trinidad (con Oba Carr)... varias peleas importantes. Sólo que fue Castro quien se robó el show.Lastimado, sangrando, Castro vivió una pesadilla esa noche. Se limpiaba la sangre en la camisa de S. Christoudoulou, igual que hizo Galíndez cuando peleó con Kates. "Yo siento que al campeón se le debe dar una chance -nos diría el referí Sudafricano tiempo después-, pero ésta fue muy especial. Galíndez, después de todo, iba ganando la pelea y hasta casi la tenía controlada. Castro, en cambio, no podía con su alma. A pesar de todo, decidí otorgarle un asalto más.Y Jorge cambió la historia". Una mascara de sangre. Cortado en ambas cejas, en la parte inferior del labio, Castro avanzaba a ciegas. Llego el noveno round, el último según el referí. Castro que se hace el sentido, retrocediendo, Jackson que avanza, confiado, la derecha en cross que pasa de largo y, con el mismo envión del torso, la izquierda que impacta en la mandíbula. Cae Jackson. Se levanta. Volverá a caer y a levantarse. Volverá a caer, por última vez. Estalla el estadio, Castro festeja, los puños se crispan todavía hoy, pues aquella noche representa la victoria más dramática del boxeo argentino. Las manos, nerviosas, "piden cigarrillos" como decía Frascara. Y, tras la honda espiración, repetimos nuestra frase favorita: "Gracias, Dios mío: yo estuve allí..."
..Hacia frio. Había llovido y al pisar el campo de beisbol sentíamos que la humedad subía por los zapatos. Era diciembre, y en Monterrey, bien al norte de México, se notaba más todavía. Un día antes, cuando se hacía el pesaje en el Crowne Plaza, nos enteramos de que por problemas de derechos, era posible que no se transmitiese a la Argentina. Sin embargo, todo se solucionó. Y el encuentro entre Jorge Castro y John David Jackson fue televisado con los relatos de Pablo Llonto. Esa noche, junto a Horacio Pagani, Jorge Fernández Gentile y un joven periodista de La Nación, enfilamos para la cancha de beisbol sin saber lo que nos esperaba. Pelearon Julio César Chávez, Tito Trinidad (con Oba Carr)... varias peleas importantes. Sólo que fue Castro quien se robó el show.Lastimado, sangrando, Castro vivió una pesadilla esa noche. Se limpiaba la sangre en la camisa de S. Christoudoulou, igual que hizo Galíndez cuando peleó con Kates. "Yo siento que al campeón se le debe dar una chance -nos diría el referí Sudafricano tiempo después-, pero ésta fue muy especial. Galíndez, después de todo, iba ganando la pelea y hasta casi la tenía controlada. Castro, en cambio, no podía con su alma. A pesar de todo, decidí otorgarle un asalto más.Y Jorge cambió la historia". Una mascara de sangre. Cortado en ambas cejas, en la parte inferior del labio, Castro avanzaba a ciegas. Llego el noveno round, el último según el referí. Castro que se hace el sentido, retrocediendo, Jackson que avanza, confiado, la derecha en cross que pasa de largo y, con el mismo envión del torso, la izquierda que impacta en la mandíbula. Cae Jackson. Se levanta. Volverá a caer y a levantarse. Volverá a caer, por última vez. Estalla el estadio, Castro festeja, los puños se crispan todavía hoy, pues aquella noche representa la victoria más dramática del boxeo argentino. Las manos, nerviosas, "piden cigarrillos" como decía Frascara. Y, tras la honda espiración, repetimos nuestra frase favorita: "Gracias, Dios mío: yo estuve allí..."
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